Descripción
Han pasado casi ochenta años desde el día que aquel joven Senén recalara en Madrid, en plena convulsión del período prebélico, y comenzara a trabajar de peón en la construcción de un edificio de viviendas, compuesto por tres bloques, en la calle Marqués de Cubas y la Plaza de las Cortes. Su acusado analfabetismo, leía silabeando y apenas trazaba las letras, se suplía con su disposición para el trabajo duro y las ansias de aprender pronto. Tenía prisa en aquellos momentos, mucha prisa por recuperar el tiempo perdido en la aldea.
Aquellos ochenta kilos de músculo y energía eran los que, resumidos por los años y la enfermedad, permanecían yertos, decrépitos en la cama del geriátrico, bajo una blanca sábana esperando las llamaradas pulverizadoras de los mecheros del horno crematorio.